3 de septiembre de 2012

Eduardo Iglesias Brickles ilustra “Los 7 locos”

La ilustración de los textos de Arlt es lo más ajeno a mis propósitos. Para mí, el objetivo de máxima sería capturar unos grados de la densidad de esa atmósfera de perdedores desquiciados, que deambulan por esa Buenos Aires de 1930. Allí están esos recorridos que van de Temperley a Constitución y de Once a Ramos Mejía. Aquellos pensamientos delirantes de Erdosain en las calles del Barrio Norte, su merodeo por tugurios, estaciones de ferrocarril o concurriendo a las oscuras cantinas de la Calle Sarmiento”.








¿Por qué Arlt?

Ahora que releo Los 7 locos, las imágenes de Arlt vuelven a asaltarme. Llevado por su Buenos Aires alucinado y su ideario futurista, voy componiendo personajes podrían ser las máscaras de Erdosain, El Astrólogo, el Rufián Melancólico o Hipólita, La Coja. Las descripciones de Arlt, a veces son tan precisas que debo ser consciente del peligro de someterme a ellas. Sería muy fácil ser atrapado, porque allí está todo, y sólo habría que dejarse llevar. Pero ese no es mi propósito, porque eso ya está escrito y está en la imaginación de miles de lectores. La ilustración de los textos de Arlt es lo más ajeno a mis propósitos.

Para mí, el objetivo de máxima sería capturar unos grados de la densidad de esa atmósfera de perdedores desquiciados, que deambulan por esa Buenos Aires de 1930. Allí están esos recorridos que van de Temperley a Constitución y de Once a Ramos Mejía. Aquellos pensamientos delirantes de Erdosain en las calles del Barrio Norte, su merodeo por tugurios, estaciones de ferrocarril o concurriendo a las oscuras cantinas de la Calle Sarmiento, como la que recuerda Erdosaín “mientras caminaba en el interior de sí mismo, sobre un pavimento enfangado de salivazos y aserrín…” en su viaje en el tren eléctrico del oeste.

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